El reciente encuentro entre la ANGR y los nuevos miembros de la PCM, realizado el pasado 21 de octubre, marca el retorno al entendimiento, al trabajo conjunto y a la construcción de una agenda nacional compartida.
Por: Werner Salcedo Álvarez
Gobernador Regional del Cusco
Vocero de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales
El Perú se construye desde sus territorios. Los 25 gobiernos regionales representamos a más de 24 millones de peruanos que, día a día, sostienen la economía y la identidad nacional desde las regiones. Somos quienes enfrentamos, en primera línea, los desafíos del desarrollo: salud, educación, infraestructura, conectividad y seguridad. Por ello, confiamos en que el nuevo gobierno del presidente José Jerí restablezca el diálogo político que se perdió en la gestión anterior.
El reciente encuentro entre la ANGR y los nuevos miembros de la PCM, realizado el pasado 21 de octubre, marca el retorno al entendimiento, al trabajo conjunto y a la construcción de una agenda nacional compartida.
Durante los últimos años, muchas regiones fueron marginadas por motivos políticos. Ese estilo de gobierno fracturó la confianza entre Lima y el resto del país. Gobernadores de regiones históricamente postergadas, como Puno, Áncash o Cusco, no fuimos convocados ni escuchados. Es tiempo de corregir esa historia y afirmar un modelo de Estado que gobierne con las regiones y no sobre ellas.
Desde Cusco, y en representación de la ANGR, proponemos la elaboración de una Agenda Perú que priorice inversiones que generen riqueza y empleo, y que aceleren el cierre de brechas estructurales en salud, educación, infraestructura, conectividad y seguridad. En ese marco, la Agencia Nacional de Infraestructura (ANIN) debe actuar con transparencia, articulación y visión territorial, priorizando la ejecución de obras regionales y garantizando que las transferencias presupuestales del MEF lleguen efectivamente a los gobiernos subnacionales.
También impulsamos la creación de una Autoridad Autónoma de Gestión Turística y Patrimonial del Valle Sagrado – Urubamba, como modelo descentralizado y moderno de gestión del turismo y el patrimonio. No se trata solo de proteger el prestigio internacional de Machupicchu y el Valle Sagrado, sino de asegurar que los beneficios del turismo lleguen a las comunidades que lo hacen posible.
Las demandas regionales son diversas, pero todas convergen en un mismo principio: el desarrollo no puede ser centralizado. Amazonas necesita reactivar el aeropuerto de Chachapoyas para fortalecer su conectividad aérea y el turismo. Loreto requiere acceso a la red nacional eléctrica, la culminación de su Hospital Oncológico Regional y un sistema logístico que integre sus vías fluviales, terrestres y aéreas.
De igual forma, Arequipa reclama que el proyecto Majes Siguas II se haga efectivo y se gestione con un enfoque de balance hídrico interregional, coordinado con Cusco, así como avanzar con la convocatoria internacional del Megapuerto Las Américas – Corío.
Junín y Pasco esperan la culminación de la Carretera Central y el fortalecimiento de los corredores logísticos interregionales. Madre de Dios, Puno y Cusco exigimos el impulso del proyecto gasífero Amarakeire, como base del desarrollo energético e impulso industrial del sur, que se plantee con un Gasoducto del Sur. En paralelo, las 25 regiones del país apostamos por una minería responsable, ambientalmente sostenible y socialmente justa.
Las regiones no pedimos privilegios, sino corresponsabilidad en la gestión del Estado. Queremos un gobierno que escuche, coordine y actúe junto a los territorios. Solo así lograremos un Perú más justo, integrado y con futuro.