Reconocido por su robustez, durabilidad y maleabilidad, el acero es esencial en las obras de construcción, debido a sus extraordinarias propiedades físicas y mecánicas. Además, su capacidad para ser reciclado lo posiciona como un material fundamental en las iniciativas de sostenibilidad y economía circular, aspectos cada vez más relevantes en este mercado.
El acero es un tipo de metal compuesto principalmente por hierro y carbono. El hierro proporciona la solidez física del acero, mientras que el carbono se añade para aumentar su durabilidad y resistencia mecánica. Esta combinación, junto con otros elementos de aleación como el manganeso, silicio, fósforo y azufre, asegura que el material no se vuelva frágil ni se quiebre con el paso del tiempo.
Su importancia radica en su alta resistencia a la tracción, lo que significa que puede soportar cargas pesadas, pudiendo ser utilizados en una variedad de obras. Por ejemplo, en edificios, se emplean para columnas, vigas y estructuras de soporte que deben resistir el peso de múltiples pisos y la fuerza del viento. En puentes, el acero se usa tanto en vigas como en cables de suspensión.
En el caso de infraestructuras de transporte, como túneles, estaciones de metro y aeropuertos, también dependen del acero debido a su capacidad para soportar cargas y proporcionar estabilidad a lo largo del tiempo. Adicionalmente, este material puede adaptarse a una variedad de diseños arquitectónicos, proporcionando flexibilidad en los proyectos.
Estructuras en acero
Es importante mencionar que la construcción en acero puede ser más rentable que otros materiales de construcción como el concreto reforzado, tanto en términos de costo inicial como en mantenimiento; y es también altamente reciclable al final de su vida útil, lo que reduce la demanda de recursos naturales y el impacto ambiental asociado con la extracción de materias
primas, siendo una opción sostenible.