Casa Cor Perú: un mundo donde reina el color, la imaginación y las formas

En Barranco. Este gran evento de arquitectura y decoración recoge las creaciones de 68 artistas. Para esta exposición se ha remodelado y puesto en valor el histórico Palacete Sousa.

Más de tres mil metros cuadrados son gobernados por un ficus. A los pies de sus 150 años, tiene a decenas de hombres y mujeres trabajando. Colorean cada rincón y llenan de vida un espacio que por años se ha mantenido oculto en una esquina de Barranco.

La exposición de arquitectura y decoración Casa Cor Perú 2013 es un mundo que recrea una fantasía. Es el espacio cuya piscina se convirtió en un invernadero (con salita de champagne), algún navegante olvidó su sombrero y un enorme reloj descansa con un orificio de bala. En realidad, no es fantasía. Estos son algunos de los elementos que conforman los 46 ambientes que han sido intervenidos por más de 60 talentosos profesionales, entre arquitectos y decoradores. No en vano, dicho evento ha sido reconocido como el segundo más grande del mundo y el mejor de América.

Desde 1996, Casa Cor no solo ha buscado transformar un espacio, sino ponerlo en valor. El Palacete Sousa, de Barranco, hoy es el protagonista. Desde febrero pasado se inició la remodelación de la vivienda de Aurelio Sousa, ex alcalde barranquino, que dejó su testimonio en cada pasillo. «Mi abuelo había puesto rejas y planchas de acero para que nadie mirara a sus hijas», cuenta Carol Sousa, dueña de la monumental vivienda, que aún no sabe qué hará con ella una vez concluido el evento.

SE DUPLICA VISITAS

En esta edición se han duplicado las visitas diarias en comparación al año pasado. Más de mil personas, entre nacionales y extranjeras, han llegado a este escenario artístico. «Esperamos que lleguen más de 30 mil personas  a este gran evento cultural», dice Verónica Torres, directora de Casa Cor Perú.

La exposición busca recrear los espacios de una casa convencional e incluir algunos no tan comunes. Durante el recorrido es fácil hallar la cocina del esposo gourmet, el estudio de la bloguera, el refugio del enólogo o un taller del nutricionista. Estos ambientes fueron entregados a los artistas en junio, quienes añadieron su estilo, colores y elementos.

En el espacio llamado «restaurante y ficus» está la decoradora Yolanda Corvetto. Mira a la enorme planta con respeto y orgullo. «Es un homenaje al árbol», dice, mientras coge la pared elaborada por mallas, hojas y orquídeas.

Esta es una de las zonas más visitadas en el Palacete Sousa, así como el comedor peruano. El espacio, decorado por Esther Lasanta y Verónica Olazábal, está inspirado en un ambiente de la selva. Paredes verdes, flores en cada esquina y un enorme cuadro de amazonas son algunos de elementos que adornan la visita.

Un nuevo ambiente es el del invernadero y la salita de champagne, de Lina Pastorelli. Ahí sillas de colores, flores y una fusión de lo rústico y lo clásico se plasman en una antigua piscina.

Casa Cor es una exposición que busca revalorar los monumentos históricos de la capital.  Así sucedió con la casa Riva-Agüero, el edificio Ronald o el Puericultorio Pérez Araníbar. Y que hoy se vive con la residencia barranquina, donde el arte desbordará hasta el domingo 3 de noviembre.

La invitación está hecha. Estilos nacionales y extranjeros se unen para exponerse una vez al año al Perú y al mundo.

Claves

CasaCor Perú está abierto para el público el martes, jueves y domingo, de 11 am a 7 pm. Mientras que los viernes y sábados, el horario es de 11 am a 8 pm. El lunes se encuentra cerrado por mantenimiento.

El costo de las entradas de martes a viernes es de 25 soles. Y los sábados y domingos valen 30. Los estudiantes solo pagan 15 soles. En tanto, los menores de 12 años ingresan gratis.

Los organizadores recomiendan llegar a Barranco en taxi o en transporte público, no en un vehículo particular para no saturar las vías.

La exposición de CasaCor Perú cuenta con un restaurante que ofrece piqueos. Incluso se puede consumir en la zona del invernadero y salita de champagne. También en el mismo espacio debajo del ficus.

Fuente: La República